Modelos de procesos y calidad: no auto-medicarse |
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08.11.2005 |
Los modelos de calidad deberían incorporar en su primera página alguna advertencia del tipo: "Antes de suministrar este modelo a su empresa consulte con un experto", para evitar que algunos desorientados se empeñen en combatir el dolor de cabeza con antibióticos, o las infecciones con antigripales.
En algunos países de Sudamérica está haciendo furor la moda del CMMI. Pequeñas start-up de poco más de 10 empleados se empeñan en implantar este modelo, por supuesto mucho más preocupados por la "fotografía" que por la "radiografía" de su empresa, por emular a sus grandes competidores que por mejorar sus procesos. A su vez, para muchos de esos grandes, CMMI no es tanto el modelo de procesos que les ayuda a mejorar, sino un medio para exclusivizar relaciones políticas entre consultores y clientes; y para cerrar más el coto, perdón, el cluster en el que se agrupan.
En otros casos la desorientación es del calibre de la de aquel recién nombrado director general de una empresa de desarrollo de software que a su llegada dio una lección al despistado departamento de calidad, haciéndole ver que eso de CMMI era un modelo desconocido en la industria y que el modelo que más prestigio da a las empresas es ISO 9000. (?)
Por favor, si a su empresa le "duele" algo, no consulte a la vecina, ni aplique el medicamento más anunciado en las revistas de management, o el de la caja más grande. Si dispone de un departamento de calidad, contrate a los mejores ingenieros de software que pueda localizar y si trabaja con asesores externos, huya de los "vendedores de crecepelo".
Estos dos consejos tienen una cosa buena y una mala. La buena es que funcionan. La mala es que no es fácil encontrar a las personas adecuadas en cada caso.
Laurence J. Peter, el autor del famoso "principio de Peter" afirmaba:
"El director de empresa que necesitara la ayuda de un experto debía evaluar las cualificaciones y competencia del consultor antes de contratarle. Un director que tiene problemas en un sector determinado de su esfera de actividad, es probablemente el menos cualificado para valorar la competencia de un experto en esa esfera determinada".
Laurence J. Peter, "Las fórmulas de Peter".
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